Por: Franklin Alba Huertas
Eran tiempos de cambio, la revolución rusa y la creciente influencia de la ideología comunista (instaurada por corrientes de orígen marxista-leninista) eran la base de la realidad política y filosófica del pueblo ruso; el amplio desarrollo industrial junto al vertiginoso crecimiento económico se encontraban en auge, la sociedad soviética atravesaba una colosal transición en términos culturales, un proceso que se vió reflejado en múltiples aspectos, incluyendo por supuesto, el ámbito artístico y cómo no, la industria cinematográfica.
El séptimo arte, bien conocido como una forma de expresión y entretenimiento, era uno de los elementos más representativos e importantes de la tradicional cultura rusa, en medio de este movimiento de transformación social, una gama extensa de cineastas y directores cinematográficos decidieron experimentar, dar rienda suelta a su imaginación, probar nuevas técnicas narrativas, sublevarse ante las costumbres previamente establecidas con respecto a la manera de producir largometrajes; es así que, Dziga Vertov, cineasta, poeta y teórico, toma la iniciativa de reformar el modo de contar histórias a través de la pantalla grande.
En el experimento cinematográfico creado y dirigido por Vertov, el cual se títula: "El hombre de la cámara", es posible hallar de forma palpable ingredientes innovadores tanto para la época y los recursos técnicos asequibles en ésta, como para la narrativa audiovisual en cuestión; podría decirse que esta pieza pionera en lo que a cine documental se refiere, es una muestra fiel de la cotidianidad de una urbe (San Petersburgo), sus habitantes, los automóviles, la interacción social, y en general, de todos aquellos acontecimientos que permanecen en el anonimato del frenético e incesante ritmo de vida que se genera al interior de una ciudad. Por otra parte, la creatividad e inventiva se convierten en elementos fundamentales de esta cinta, los efectos, las tomas, los planos, las metáforas visuales, la forma no lineal y la estructura narrativa circular, son algunos de los aspectos más destacables; sin lugar a dudas "El hombre de la cámara" es una reivindicación con el cine clásico, además de marcar la pauta para posteriores avances en materia cinematografica, ciertamente una pieza audiovisual única y digna de elogios.
