Desde que le es posible al ojo humano hacer parte
del experimento de Vertov, deja este de ser un documental a blanco y negro que
simplemente consiste en captar imágenes, fotogramas que tras una edición puedan
crear sentido. Parece que este cineasta buscaba un proyecto ambicioso cuya
realización consistiera, no solo en la imitación, sino más bien en la
superación del ojo; aunque no se refería únicamente al órgano visual, sino a
las limitaciones del cuerpo humano en general, la prohibición de ver con ojos
de turista, y de desplazarse con la total movilidad de un observador activo.
El sentido surrealista de “El hombre de la cámara
de cine” mantiene en vilo al espectador, lo sumerge en un mundo que está más allá
de la vista superficial, un mundo abstracto, que puede ser confuso y
malinterpretado. Pero opino y reitero que, es necesario salirse del rol de
espectador para desprenderse de la pantalla. Y curiosamente, al ser un
documental que narra la vida doméstica de las personas de una ciudad, deberíamos
sentirnos familiarizados, pues es el ambiente en el que nos movemos
diariamente, pero (en el aspecto cinematográfico) con la evolución del cine, se
han acostumbrado nuestros ojos a realidades ficticias, por lo cual, puede
resultar extraño hallarle gracia a un escenario en el que estamos inmersos cada
día. Personalmente, admiró la obstinación de Vertov por convertir el lente de una cámara en el
observador que procura captar y hacer parte de la mayor cantidad de sucesos que
le sean posibles. Su fascinación por el futurismo y la tecnología fue
probablemente lo que le permitió ser la cámara y experimentar la sensación de
superar la visión humana.
Muy completa reflexión, varias observaciones interesantes, sobre el oficio cinematográfico. No estaría muy de acuerdo con las intenciones surrealistas de Vertov.
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