“Hoy es el periodismo
el que está degradado: mañana será la democracia”.
Ignacio Ramonet es uno de
los intelectuales más importantes de nuestra época. Sus significativos aportes
en los ámbitos de comunicación le han merecido ser catalogado por algunos como
un “epistemólogo del oficio del periodismo y la comunicación”. Y es esa visión
crítica a cerca del impacto y los
consecuentes efectos que ha generado el
proceso de la globalización en las diversas esferas que comprenden a la
sociedad, lo que ha valido su reconocimiento en este campo. No en vano, ejerció
por un periodo de 18 años (comprendidos desde 1990 hasta el 2008) como director
de la publicación mensual de la revista de opinión francesa Le monde diplomatique.
Con base en esto, se puede
inferir entonces que la conferencia ofrecida en la Universidad Central se estructuró
a partir del tópico que articula el desarrollo del periodismo con la sociedad. En
esta medida, fue relevante la destrucción de los axiomas de las Teorías
clásicas de la comunicación y la lógica social que hacen pensar que, cuando se convive
en un ambiente de represión, a la sociedad le es imposible manifestar sus
pensamientos u opiniones puesto que esta sólo se encuentran en la posición de
recibirlos. Condición que resulta falsa, ya que de acuerdo con Ramonet la
sociedad cuenta con recursos no mediáticos (como el chiste y el rumor) que
ejercen su labor en la defensa y/o protección de la sociedad, puesto que ningún
gobierno esta/rá exentó de la representación que surge, “por medio de la
inteligencia pública del pueblo, de lo absurdo y serio que es la represión”.
Asimismo, se puede entrever
la ambigüedad que caracteriza a esta época, puesto que a pesar de que constantemente
se esta ratificando que vivimos en un mundo sobreinformado, en donde “la
información que recibimos parece libre y seria, en realidad no estamos bien
informados. Y lo que esos dos fenómenos muestran es que estamos en un sistema
de información que no satisface a la población. La ciudadanía esta convencida
de que no se le dice toda la verdad”, razón por la cual, el impacto de la
internet (en específico, las redes sociales) y las tecnologías de la
comunicación se han convertido en la principal fuente de “rumorología” de los
acontecimientos sociales.
Y esto último es de
resaltar, ya que todas las tecnologías han impactado y modificado las prácticas
de las profesiones vinculadas a la comunicación; han reformado sus formas de
operar y relacionarse, situación que pone en evidencia como ahora el verdadero
espacio para la labor periodística se encuentra es allí: en la nube. Circunstancia y cambio paradigmático que se debe sumar
a la notable crisis financiera que afecta a la economía mundial, hecho que sin
duda alguna repercute en los propietarios de los monopolios y, consecuentemente,
en el progresivo declive que exhiben los medios tradicionales de la
comunicación y algunos de sus géneros periodísticos (tales cómo el reportaje
y/o la crónica) a causa de los altos
costos monetarios que el desarrollo de estos conlleva.
No obstante, sin importar
cual sean las condiciones mediáticas y/o económicas en las que se ejecuta la
labor periodística, esta no puede llegar a concebirse cómo una actividad marginal
a la sociedad; ni tampoco, debe pensarse en la posibilidad de efectuar un replanteamiento
de la labor social que históricamente ha desempeñado, puesto que “si el
periodismo deja de ser impertinente y deja de plantear verdaderos problemas de
sociedad y de denunciar, no esta cumpliendo su función”. Y no sólo eso, una
deconstrucción periodística simbolizaría un transcendental retroceso
humanístico y social, debido a que el periodismo es el elemento que permite
“pulir y mejorar” la democracia en la medida que refleja las ambiciones de
cambio que presenta la opinión pública.
Y esta es la situación actual
en la que se encuentra Latinoamérica: una etapa de transición que presencia su
punto más álgido en los niveles de organización, construcción y democratización.
Por ello, Ramonet se atreve a enunciar
que tal vez este es el mejor momento en la historia de este sector
continental, ya que “nunca América Latina había sido visto de manera tan
positivo como hoy”; nunca se había intentado obtener una justicia en la
comunicación tan fuerte en donde son algunos estados – en considerable
desventaja - los que intentan hacer frente a los monopolios y “nunca se
aproximó tanto a lo que llámanos la democratización de la información, que no
es mejor porque no lo hacemos mejor, pero la posibilidad la tenemos (…) [porque
] tenemos que construir información de calidad … y este, es el momento de
hacerlo”.
Jhon Fredy Peña Martínez
Grupo 2 BD
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