La pobreza colombiana ha sido tal vez el tópico más empleado por
documentalistas, cineastas y escritores como base de creación de sus obras.
Para Marta Rodríguez, Jorge Silva (Chircales), Luis Ospina y Carlos Mayolo
(Agarrando Pueblo) no fue la excepción. La pobreza y la miseria colombiana expuesta
en dos filmes, pero cada uno con un tratamiento bastante diferente.
Chircales fue el resultado de una ardua investigación y documentación
acerca de una familia residente en el sector Tunjuelito de la ciudad de Bogotá
dedicada a la elaboración de ladrillos, donde tanto niños como adultos y
ancianos trabajaban por igual. Durante todo el filme, es constante la crítica a
las creencias religiosas, a la política y a las condiciones sociales del país,
y se hace obvia la relación entre sí: la distracción que genera la religión
frente a cuestiones sociales e incluso políticas.
Se halla presente también, la explotación a la que se encuentra sometido el
ser humano de clase baja, trabajando en condiciones primitivas y degradantes,
que pasan por encima de cualquier derecho humano, visualmente se genera un
impresionante acercamiento a la pobreza de esta familia, tanto así que en
varios instantes se hace difícil digerir cierto tipo de escenas, algunas pareciesen
incluso sobrar en el filme, crítica a la cual se aferra la obra Agarrando Pueblo
la cual abordaré a continuación.
Empleando la misma temática, Luis Ospina y Carlos Mayolo conciben una obra
satírica proveniente de la manipulación de la realidad colombiana. La sátira
allí empleada -debe aclararse- va dirigida a todos los trabajos
cinematográficos que se valen de las pobres condiciones de vida para crear
obras y generar reconocimiento internacional “espectacularizando” la miseria y
la pobreza, es decir, emplear el género llamado pornomiseria.
Es triste y alarmante ver cómo el discurso latinoamericano y del tercer
mundo en general se ve atravesado por obras cinematográficas que no pretenden denunciar la realidad, sino por el contrario,
reafirmarla (es el caso de Chircales). La capacidad creativa de un director
cuando incursiona en temas sociales debe ir mucho más allá de mostrar, debe
encaminarse por el rumbo del cambio, y es lo que el cine colombiano e incluso
latinoamericano necesita. Ya sabemos cuál es nuestra realidad, pero no sabemos
cómo cambiarla, incluso hay quienes ni siquiera pretenden cambiarla. Es hora de
despertar y eliminar los imaginarios colectivos que el cine colombiano ha
generado. El cambio es tan posible como urgente.
Natalia Estefanía Lizarazo Farfán
Grupo 1 Diurno
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