viernes, 21 de septiembre de 2012

Porno-realidad.




Durante los últimos 50 años las condiciones sociales de la mayoría de la población colombiana han sido las mismas. Miseria, pobreza, destierro, violencia, opresión y abuso se han convertido, al parecer, en los únicos adjetivos que dotan de sentido la insoslayable y cruda realidad de un país que cohabita con la barbarie y se tranquiliza con el dolor. Tal vez, es esa realidad la que clarifica aquel interrogante que nos lleva a preguntarnos el por qué se recurre a abordar el mismo tópico como fuente e inspiración de la producción audiovisual nacional.

No obstante, es necesario aclarar que han sido muchas las piezas audiovisuales que se han encargado de hacer frente comprometida y honestamente a esas problemáticas que la sociedad civil y el sector gubernamental han evadido por causa de sus contaminantes aires de arribismo social.

Como prueba de ello, encontramos el documental elaborado por la pareja de documentalistas colombianos Martha Rodríguez y Jorge Silva titulado “Chircales”, en donde se retrata las precarias condiciones laborales a las que se ven sometidas las familias que trabajan en la elaboración rudimentaria de ladrillo; al mismo tiempo que se da cabida a las expresiones que caracterizan la sociedad colombiana en los ámbitos políticos, económicos y religiosos. Todo esto, como producto de la agotadora labor investigativa que realizaron los documentalistas y que les permitió generar vínculos con las comunidades trabajadas. Por su parte, en lo referente al diseño audiovisual, el documental posee una sencilla estructura lineal que en ocasiones llega a ser subvalorada debido al esfuerzo que requiere la interpretación de los conceptos enunciados a través de la voz en off. A su vez, cabe resaltar la importancia que tiene la composición fotográfica en este documental (especialmente en el momento de fotografiar a los niños), ya que es por medio de esta que se potencializa el discurso semántico trabajo y se le confiere una mayor ritmo a la pieza audiovisual.

Por otra parte, es valido decir que tomando como fundamento las temáticas, y el consecuente  éxito  que obtuvo “Chircales”, la mayoría de las producciones cinematográficas colombianas en determinado periodo se encargaron de prostituir el ambiente y las circunstancias nacionales con el fin de obtener un reconocimiento internacional que se materializara en distinciones personales. Sin embargo, para ese entonces, Carlos Mayolo vendría a representar el contrapeso de aquel movimiento, puesto que él, junto Luis Ospina, retratarían por medio de su falso documental “Agarrando pueblo” su inconformismo con el avance de la pornomisería.
 
Y para lograr su objetivo, el falso documental de Mayolo y Ospina se desarrolla como una crítica de cine hacia el cine en donde, por medio de la utilización de dos estructuras narrativas paralelas (“Agarrando pueblo” y “El futuro para quién”), diferenciadas superficialmente por el manejo de los recursos técnicos (planos), estructurales ( metáforas audiovisuales) y estéticos (utilización de imagen en B/N y en color), se busca romper con el paradigma audiovisual imperante para ese entonces: la pobreza social como recurso mercantil. Es así entonces como de forma sarcástica se crítica al cine colombiano no con el objetivo de que se niegue a relatar la realidad histórica del país; sino que, por el contrario, cuando lo haga esta sea abordada de una forma ética que este basada en procesos investigativos y no en prejuicios nacientes de los imaginarios colectivos.

A pesar de todo, parece que la incesante crítica surgida en los 70 no ha sido de gran provecho, puesto que si bien ya no contamos con proyecciones cinematográficas dedicas a explotar la miseria, ahora si nos “enfrentamos” a su más fiel y peligrosa heredera: las narco-novelas. Sin embargo, no debemos  declinar. No nos enfaticemos en cargar contra la producción audiovisual, más bien, ante todo, trabajemos en cambiar esta PUTA/Porno-realidad y de inmediato notaremos que todo por efecto Bucle cambiará.

 

Jhon Fredy Peña Martínez

Grupo 2 BD


1 comentario:

  1. Aunque con algunos acentos pendientes, el comentario está bien escrito e interesante, presenta una análisis serio.

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