En un acto de crítica a los partidos políticos de la
época y en pro de la revolución, nace “Chircales” como una nueva forma de cine
documental en Colombia. Basada en hechos reales, Martha Rodríguez y Jorge
Silva, realizadores del documental, pretenden mostrar la precaria situación en
la que vive una familia que habita en el barrio Tunjuelito al sur de Bogotá;
durante el documental, se puede ver la explotación a la que son sometidos todos
los integrantes de la familia por parte del propietario de las tierras. Para el
terrateniente no importa el género, la edad o la condición física, lo único
importante es la producción y la obtención de ganancias, colocando la condición
de vida de la familia en un segundo plano.
Esta y muchas otras historias son testimonios vivos de
la gente de un país, en donde la explotación, la impunidad, la corrupción y la
injustica hacen parte de la vida cotidiana de los individuos menos favorecidos.
No obstante, la indignación y la sensación de cambio, nace en los jóvenes
estudiantes, en las salas de estudio junto a los más grandes escritores como
Thoreau, que con un espíritu libre y en contra de un gobierno opresor, pide una
vida y una sociedad de mejores condiciones, un estado del pueblo y para el
pueblo. Por esta razón Martha Rodríguez y Jorge Silva, discípulos del
revolucionario Camilo Torres, integrante del Ejercito de Liberación Nacional
(ELN), deciden plasmar en el documental, no solo la forma de vida de esta
familia, sino una ideología revolucionaria totalmente en contra de los partidos
políticos Conservador y Liberal , proclamando el legado de rebelión y
sublevación que les enseño su docente.
Sin embargo, “Chircales” inconscientemente, se
convierte en el promotor de un nuevo género de cine, en donde el dramatismo y
la miseria son los protagonistas. Los nuevos cineastas se dedican a mostrar, de
forma amarillista, la condición absurda y forzada por la que Colombia pasa,
convirtiendo el cine documental de “Chircales” en cine meramente comercial, que
solo pretende manipular las emociones del espectador, dejando atrás la
intención documentalista, transformándolo
en cine de pornomiseria.
Exactamente esto es lo que critican Carlos Mayolo y
Luis Ospina, en su falso documental, “Agarrando Pueblo” En él, se muestra a
unos cineastas contratados por un canal para mostrar la pobreza en Latinoamérica.
Nos presentan de forma sarcástica, la manera en como los directores dejan atrás
la investigación sociológica y de modo antitético exponen su intención
mercantilista del cine.
Wendy Lorena Olaya Torres
Grupo BD
Muy bien escrito y contextualizado. El análisis certero. Bien
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