domingo, 23 de septiembre de 2012

Chircales / Agarrando Pueblo



La pobreza colombiana ha sido tal vez el tópico más empleado por documentalistas, cineastas y escritores como base de creación de sus obras. Para Marta Rodríguez, Jorge Silva (Chircales), Luis Ospina y Carlos Mayolo (Agarrando Pueblo) no fue la excepción. La pobreza y la miseria colombiana expuesta en dos filmes, pero cada uno con un tratamiento bastante diferente.

Chircales fue el resultado de una ardua investigación y documentación acerca de una familia residente en el sector Tunjuelito de la ciudad de Bogotá dedicada a la elaboración de ladrillos, donde tanto niños como adultos y ancianos trabajaban por igual. Durante todo el filme, es constante la crítica a las creencias religiosas, a la política y a las condiciones sociales del país, y se hace obvia la relación entre sí: la distracción que genera la religión frente a cuestiones sociales e incluso políticas. 

Se halla presente también, la explotación a la que se encuentra sometido el ser humano de clase baja, trabajando en condiciones primitivas y degradantes, que pasan por encima de cualquier derecho humano, visualmente se genera un impresionante acercamiento a la pobreza de esta familia, tanto así que en varios instantes se hace difícil digerir cierto tipo de escenas, algunas pareciesen incluso sobrar en el filme, crítica a la cual se aferra la obra Agarrando Pueblo la cual abordaré a continuación.

Empleando la misma temática, Luis Ospina y Carlos Mayolo conciben una obra satírica proveniente de la manipulación de la realidad colombiana. La sátira allí empleada -debe aclararse- va dirigida a todos los trabajos cinematográficos que se valen de las pobres condiciones de vida para crear obras y generar reconocimiento internacional “espectacularizando” la miseria y la pobreza, es decir, emplear el género llamado pornomiseria.

Es triste y alarmante ver cómo el discurso latinoamericano y del tercer mundo en general se ve atravesado por obras cinematográficas que no  pretenden denunciar  la realidad, sino por el contrario, reafirmarla (es el caso de Chircales). La capacidad creativa de un director cuando incursiona en temas sociales debe ir mucho más allá de mostrar, debe encaminarse por el rumbo del cambio, y es lo que el cine colombiano e incluso latinoamericano necesita. Ya sabemos cuál es nuestra realidad, pero no sabemos cómo cambiarla, incluso hay quienes ni siquiera pretenden cambiarla. Es hora de despertar y eliminar los imaginarios colectivos que el cine colombiano ha generado. El cambio es tan posible como urgente.

Natalia Estefanía Lizarazo Farfán
Grupo 1 Diurno

1 comentario:

  1. Un ejercicio con una construcción adecuada que hace una reflexión profunda de los dos documentales.

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