(Imágen tomada de Google)
¿Qué hay que hacer? Preguntas así han encabezado
las revoluciones - que sea cual sea el tipo y el objetivo de ésta, la
revolución es el acto supremo al que el sujeto puede llegar-. El mundo
está contaminado de revolucionarios (actores que tienen claro el concepto
de cambio) que a través de la historia han elaborado trabajo que logre gestar
cambios significativos en diversas disciplinas y el ser como ente individual.
Las revoluciones partidistas en el campo político han
sido las promotoras para generar cambios sociales, en diferentes campos de
acción disciplinaria. El arte no ha sido ajeno a estos cambios, es aún más dado
a impulsar cambios desde sus rizomas. El cine, como disciplina,
durante el siglo XX tuvo un desarrollo significativo,
tanto así que evolucionó su uso pasando de recrear escenas o situaciones
ficticias (como el trabajo de Georges Méliès) a retratar la realidad sin
necesidad de montajes. Sin embargo estas dos comenzaron a escalar
alto simultáneamente y unidas llegaron a proponer elementos que
unidos con las tendencias políticas se consolidaran como
herramientas de cambio según diversas intenciones.
Colombia no ha estado alejada de estas acciones de alteración
social. Con las tendencias de retratar la verdad nace el afán por documentar la
realidad latente en la urbe. Si nos remontamos a la década sesentera el
movimiento socialista alistaba las herramientas para el inicio de una de tantas
revoluciones. No es raro que donde se conforme el equipo para
los cambios sociales radicales sea en los claustros de enseñanza;
Martha Rodríguez y Jorge Silva, pupilos de Camilo Torres Restrepo
quien fundara la primera facultad de Sociología adscrita a la
Universidad Nacional de Colombia y dirigiera el grupo combatiente ELN,
encabezaron lo conocido como trabajo documental en Colombia con claros fines
políticos en la pieza titulado Chircales que data de 1968
realizada en la localidad de Tunjuelito.
Chircales retrata la explotación por parte de
terratenientes a un grupo de campesinos que ha sido desplazado a causa del
conflicto armado por discrepancias políticas. En casi treinta minutos se relata
la historia de una familia que sirve en una de las tantas haciendas
dedicadas a la producción de ladrillos, su articulación a la sociedad
regida por cánones que van desde lo religioso hasta las costumbres
más enraizadas machistas hasta de alienación política. La finalidad
es dejar al descubierto las implicaciones de una sociedad capitalista.
Más adelante, el género documental se convierte en un medio
para retratar la verdad de forma cruda como un medio para el lucro por los productores.
La pornomiseria
es un término acuñado por la crítica en los años 70, para nombrar la
degradación de las muestras fílmicas que se lucraban gracias a las producciones
con imágenes de pobreza manera explícita. La crítica abarca el poco compromiso
social, la manipulación de la realidad social, y en casos la violación de
derechos humanos, de la intimidad, de la valoración del cuerpo y el sujeto; no
se cuestionaba la muestra de imágenes de la realidad, sin embrago esto
estaba delimitado por un fino hilo de la elaboración de productos amarillistas.
La crítica a la llamada pornomiseria es contestada
también por parte de productores colombianos, entre los que
se encuentran Carlos Mayolo y Luis Ospina, en el film Agarrando
pueblo, un falso documental que deja ver claramente que no solo el genero
"documental" se lucra con muestras de miseria sino que además deja
entrever cuál es el papel del documentalista como manipulador de la realidad.
El falso documental toma elementos que aunque pertenecen a la realidad social son recreados, y expresado mediante imagens que den muestra de esa manipulación dentro del mismo trabajo audiovisual, con el fin de expresar sátira, burla y descontento con los documentales crudos.
Imágen por : Ana M Pinzón
El tratamiento que intuitivamente se puede dar, es el de
mostrar la realidad, que en casos amerita ser recreada mas no manipulada, que
en primer lugar sea herramienta para abrir puertas y espacios para el cambio.
Segundo un especial tacto con las imágenes que no violenten al individuo ni
pudieran crear imaginarios, reforzar estereotipos arraigados. Por último el
relato entendido como un testimonio con el uso moderado de imágenes que recreen
la realidad latente, con el fin de crear un impacto que no deshumanice al
público sino por el contrario lo haga participe, dándole una pauta
para comprometerse como un actor social.
Anexo: No quieren ver cuerpos de mujeres desnudas pero si de
niños que viven en la calle sucios, hambrientos drogadictos ¿Cuál es la
diferencia?... ¡porno porno el pueblo pide prono!
He visto varios títulos en este blog en donde no sería
necesario leer el texto, ya con el nombre del titular se cree y se convence a
cualquiera que somos putas, gamines, droga, rateros, corruptos. Ahí está el
papel como periodistas señores o ¿por qué creen ustedes que SuperMan era
periodista? Hay quienes ejercen ese rol sin necesidad de un cartón
universitario.
Ana María Pinzón S
Ana Eme
Hay más de este tema que me parece interesante exponerlo en mi blog, Visitelo: http://lospuntossobrelaserresyo.wordpress.com/
Aunque no comparto algunos argumentos, es un interesante y profundo comentario.
ResponderEliminarBien por la fotos!!!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHay muchas cosas por aprender. Yo solo expongo lo que HAsta ahora percibo.
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