Con la aparición de los Kinokis (grupo de cineastas que
desarrollarían los manifiestos del Kino-Glaz o cine-ojo) los principios
argumentales y técnicos presentes en la elaboración de material audiovisual sin
lugar a dudas tomaron otro rumbo, puesto que ellos se aventuraron a quebrantar
aquel paradigma imperante a nivel de composición que se concentraba - de manera
dogmática – en el desarrollo de un entramado argumentativo fundamentado en la
previa producción de un guion que, posteriormente, sería interpretado por un
grupo de actores profesionales. Y es dicho experimento, finalmente, fue el
responsable de cimentar las bases de la producción audiovisual “objetiva y
natural” que hoy día se conoce como Documental.
Por otra parte, en lo que se
refiere a “The man with a Movie Camera”, se puede decir que este film se
encarga de representar con gran exactitud la teoría Kinokis, ya que es por
medio de este material cinematográfico que se pretende ratificar el poder
visual que tiene un cámara para poder captar realidad de manera objetiva y
profunda; contraponiéndose de esta forma, a la visión frívola, superficial y
minimalista que puede presentar el ser humano debido a sus limitaciones biológicas
o a la intervención/condicionamientos de ciertas creencias.
Asimismo, es evidente que
dentro del film encontramos, en determinados momentos, una postura marxista de
exaltación por la clase obrera que resulta ser consecuente con la realidad
social e ideológica que asumía por ese entonces la URSS y el propio Dziga
Vertov, director de la película. Teniendo en cuenta esto, tampoco sorprende el
hecho de que se haya representado - constantemente- la vida cotidiana por medio
del desarrollo de actividades industriales que implicaban el dominio de
recursos tecnológicos, puesto que, en definitiva, esto termina siendo un
recurso visual alegórico por medio del cual se efectúa una crítica a la
vertiginosa existencia que domina la modernidad urbana; y que, de forma inconsciente,
ha trascendido a los procesos de producción y edición fotográfica.
Para concluir, se puede
mencionar que tal vez una de las mayores contribuciones que presenta este film,
es la planeación y el desarrollo de una estructura circular en donde, al
finalizar la misma, volvemos al punto de partida para descubrir que fuimos cómplices
de un juego voyerista en el cual
nosotros ocupábamos el grado jerárquico más alta del proceso audiovisual.
Jhon Fredy Peña Martínez.
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