La ‘realidad’, ni más ni menos fue lo que
Simone Bruno pretendió plasmar en cada mirada y rostro que apareció en el
documental. Una realidad que se dejó ver crudamente en los testimonios e imágenes
utilizadas para que Colombia recordara, una vez más, el engaño y la corrupción
visible, que todos conocen pero pocos están interesados en saber. En una mezcla
de música, paisajes, calles violentadas y un aire de conformidad, confusión e
impotencia, este documental logra ubicarnos paso a paso en otro caso de abuso, dejándole
claro al espectador cómo se dio lugar a una situación de violencia inaceptable.
Un país que ha conocido el sabor puro de la
impunidad y ha sentido cruelmente la inmoralidad. En una supuesta lucha
anti-terrorista que se camufla entre miradas que desconocen la realidad de la
miseria y la falta de justicia; se encuentran los falsos positivos, actos
deshonestos y sin principios que otorgan reconocimientos e ideas de progreso
inexistentes, dejando a su paso rostros sin esperanza y dudas sin respuestas.
Todo esto, en intentos desesperados por callar a la opinión pública y engañar
de nuevo a una nación que aún aguarda por la paz.
“Cuando no se logra cambiar la realidad, hay
que maquillarla”. Algo es seguro, los héroes –falsos- en Colombia, sí existen.
Vanessa Cardona Pérez
Grupo 2. BD
Un comentario políticamente beligerante, interesante, pero con poco análisis aduiovisual
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