El hombre de la cámara podría considerarse una película de carácter documental, ya que su particularidad no la hace ajena a la realidad de San Petersburgo en el siglo XX, y además por las condiciones de transparencia en que transcurren las escenas, sus protagonistas y su contexto en general. Incluyendo el paso de la modernidad, los nuevos ritmos de vida debido a la industria y en sí la máquina, Dzinga Vertov se encarga de desarrollas y exponer una pieza que sin duda alguna procura ser lo más fiel posible a aquello que representa. Sus velocidades y movimientos colaboran a la elaboración detallada de aquella estructura que corresponde a diferentes perspectivas de un día cualquiera en la ciudad, y esto último es precisamente, aquello que según su manifiesto quería lograr: 1. La película es un experimento (eso es realmente notorio, y se confirma con el cumplimiento de los siguientes principios); 2. No contará con ningún tipo de parlamento (La película se desenvuelve exclusivamente con apoyo de vídeo y audio. música); 3. No habrá escenario, teatro, actores, actrices, etc. (Es evidente que las personas que aparecen en el filme son gente del común, ya sea porque no se dan cuenta que las graban o porque notan que lo hacen y evitan la cámara); 4. Lenguaje universal (Cuando un filme enfatiza su realización en elementos visuales, en la mayoría de los casos se logra lo que Vertov pretendía, y es que todos aquellos que la veamos entendamos y consolidemos aquel lenguaje universal: la imagen.)
Podríamos concluir que el filme satisface todo aquello que quiere satisfacer, teniendo en cuenta la época en que se produce, me atrevería a decir que es un osado experimento, pero indudablemente maravilloso y acertado.
Laura Leal Rueda
Grupo 1 (Diurno)
Un breve pero detallado análisis de los elementos experimentales que se utilizan en el documental
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