El afán de una rutina diaria
da lugar a un sin fin de situaciones que pasan desapercibidas ante la mirada de
los ciudadanos que acuden cada día a cumplir sus deberes, viviendo en un ritmo impuesto
por la modernidad urbana, dominado por la velocidad de los avances tecnológicos
y el ansia de acelerar el tiempo. Un hombre, con una cámara, pretende mostrar
una perspectiva de la vida diaria que va mucho más allá de lo que los ojos
logran ver. La cámara actúa como fiel testigo del caos ciudadano que lleva
consigo el arduo trabajo obrero, la clara diferencia entre clases sociales y la
evidente desigualdad económica que rige la forma de vida de los cientos de
habitantes que día a día ejercen sus obligaciones laborales.
Efectos, planos, y ángulos
de todo tipo, fueron utilizados para plasmar una realidad que está presente
entre una multitud que vive sin ver; por esto, el hombre utiliza la cámara para
filmar y mostrar cronológicamente la forma detallada en la que se desarrolla la
actividad cotidiana. La cámara y el ojo humano funcionan como una metáfora que
pretende plasmar la forma en la que debería apreciarse cada cosa, donde la
cámara puede captar todo lo que el ojo no puede.
Sin personajes, sin
escenarios, sin guión escrito; los Kinoki proponen apreciar la realidad
socialista de la manera más sincera posible, una realidad en la que todos
estamos involucrados pero casi nadie se
detiene a observar.
Vanessa Cardona Pérez
Grupo 2. BD.
Sencillo pero profundo, me pareció muy interesante.
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